Reseña: La luna en Julietta, un sueño por escribir de Fran del Olmo

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La Luna en Julietta, un sueño por escribir

Título: La luna en Julietta, un sueño por escribir
Autora: Fran del Olmo
Editorial: Luhu ediciones
Género: Romántico
Sinopsis: Javier Luna y Julietta Segura se enamoran profundamente a través de la red social de Facebook, y a pesar de la distancia que los separa, y de su diferencia de edad, creen estar delante de su alma gemela, esa que todos necesitamos encontrar para sentirnos unidos a otro ser humano.
Sus vidas trascurren como si se conocieran desde siempre, conviviendo en un mundo virtual lleno de intrincados caminos, pero a la vez, en un mundo que sienten como real, llenándolo de un sublime amor, y de esperanza de los sentidos. Cuando están a punto de conocerse, la invariable fuerza de sus destinos cambiará sus emociones llevándolas al limite de sus propias fuerzas, cruzando las fronteras del alma en un extraordinario viaje hacia los verdaderos sentimientos.

¡Buenos días! Hoy os quiero hablar de otro libro que he leído recientemente (en realidad hace varios días pero entre unas cosas y otras no me he podido poner). Se trata de La luna en Julietta, un sueño por escribir; una novela que tiene mucho que contar, muchas cosas que te hacen pensar y una bonita historia de amor pero con un final que no te esperas para nada. ¿Quieres saber de ella? Pues ya puedes seguir leyendo porque estoy segura que después querrás leerla.

La historia de La luna en Julietta, un sueño por escribir

La historia de La luna en Julietta está basada, por lo que vi, en hechos reales. Trata el romance de dos personas que se conocen a través de internet, más concretamente de facebook, y empiezan a hablar todos los días y a reconocerse como almas gemelas. Pero, a veces, el destino es cruel, y las cosas no son lo que parecen.

Sí os puedo decir que la historia, para mí, tiene como dos partes: por un lado está la historia en sí, donde ambos personajes se conocen, interactúan, etc.; y, por otro lado, un monólogo que tiene el protagonista de la historia, Javier, que trata de hacer pensar al lector, de hacerle ver todas las cosas que se le pasan por la cabeza y que no tienen sentido, ni siquiera en la sociedad en la que estamos. De hecho, muchas de esas preguntas te las habrás hecho tú en algún momento, y eso es lo que hace que tengas un libro con el que disfrutar pero, al mismo tiempo, también con el que pensar y darte cuenta de las injusticias que puede haber.

Los personajes de La luna en Julietta, un sueño por escribir

Con respecto a los personajes, como no quiero desvelar nada, porque considero a un tercer personaje muy importante, sólo me voy a centrar en dos de ellos:

Julietta: Julietta es la protagonista de la historia y una mujer fuerte y positiva, por lo menos al principio. Cuando conoce a Javier y empiezan a hablar es como si ellos dos se conocieran de siempre, como si fueran almas gemelas, una de las teorías que barajan al tener tantas coincidencias en gustos (y créeme, son muchas). Conforme avanza la historia se va viendo cómo decae pero, gracias a Javier, el positivismo sigue adelante y es lo que hace que siga luchando.

Javier: Javier es un hombre que comienza de forma contraria a Julietta. Está apagado, no sabe qué hacer con su vida, se siente mal. Hasta que conoce a Julietta y, sus charlas, le animan a hacer cosas, le cambian la vida, por así decirlo, convirtiéndose en un pilar para ella, y en un punto de salida para él al empezar a plantearse retos, a salir adelante en su trabajo y en sus sueños.

La forma de escribir de Fran del Olmo

Esta novela ha sido la primera de Fran del Olmo que leía y la verdad es que me ha parecido muy cercana. De hecho el lenguaje es sencillo y con una trama que, es tan moderna, tan de ahora, que es fácil que te atrape y te quedes leyendo hasta tarde. Además, como digo hay dos partes, por un lado la parte más de la historia, donde te acerca a ambos personajes, empatizas con los dos porque los sentimientos que ellos viven son los que tú tendrías en esa situación; y por otro lado, el monólogo, como yo le llamo, te hace pensar en lo que de verdad es importante, te pone en la frente los problemas para que te des cuenta de que, mirar a otro lado, no sirve porque, a lo mejor ahora no te pasa, pero cuando te toca, la impotencia que se siente es tal que no sabes qué hacer para tratar de solucionar las cosas.

En definitiva, diría que tiene una buena pluma y que, la combinación que hace, da más fuerza a la novela para no ser sólo una historia romántica, dramática, o un simple libro, sino también algo con lo que plantearte las cosas.

Los sentimientos de La luna en Julietta, un sueño por escribir

Ya sabes que me baso mucho en los sentimientos para las novelas y me gusta saber lo que siento cuando doy el punto y final a una novela. Pues bien, en este caso fue “tristeza”. Es una historia de amor muy bonita, el amor en las redes, aunque no lo sepas, es más comunicativo y has de expresarte con palabras, incluso si hablas por el móvil, porque, como no se ve la cara, no sabes si lo que dices es algo que le hace daño a la otra persona o no. Por eso las parejas que se conocen así son más duraderas, porque hablan, cosa que, en otros casos, cuesta más si no se tiene costumbre.

¿Por qué tristeza? No podría decirte sin que lo leyeras porque sería darte algunas claves importantes. Pero es una tristeza con un poco de alegría, me hubiera gustado que tuviera otro final, pero el que tiene es el que debía tener. Eso sí, no me gustó que no se conocieran de alguna forma, ¡que podían haber puesto un vídeo o algo!, jajajaja.

Mi conclusión final sobre La luna en Julietta, un sueño por escribir

La verdad es que disfruté mucho del libro. Sí es verdad que, cuando se pasa de la historia al monólogo, como lo que quieres saber es qué va a pasar con ellos, te da rabia y avanzas con más rapidez, a veces sin fijarte, porque lo que necesitas es ver si ellos tendrán su final feliz. Aun así, lo cierto es que me gustó bastante y lo volvería a leer.

Sí es verdad que comenté con el autor un pequeño error que tenía el libro y Fran del Olmo, gustosamente, me pasó el fragmento retocado que, si te has leído el libro, quizá te hayas fijado y ahora quieras ponerlo como el escritor lo ha cambiado. Aquí te lo dejo:

De pronto, la pequeña ventana del chat se abrió espontáneamente con ese sonido característico, y era la persona que yo había estado esperando para volver a sentir.
«—Buenos días, Javier. ¿Cómo estás esta mañana?
—Buenos días, Luna. Muy bien, gracias. ¿Y tú qué tal estás?
—Bien, gracias, trabajando como de costumbre. Bueno, acabo de salir para tomar un café! tenemos una media hora de descanso.
—¡Bien, pues disfrútalo y que te aproveche!
—¡Gracias! hoy tenemos mucho trabajo atrasado y terminaremos tarde, seguramente comeré algo por aquí.
—¿No te has dejado nada preparado para comer en casa?
—No, siempre como cerca del trabajo porque nuestro horario es de diez de la mañana a dos de la tarde y volvemos a entrar a las tres hasta las ocho, de manera que no me da tiempo de nada y cuando llego a casa solo quiero descansar.
—Claro, ya imagino, demasiado estrés. ¿Sabes? Yo hice un curso de cocinero en la escuela de Formación Profesional y mi último trabajo fue en el hotel Santiago de Linares como segundo cocinero. Me encanta cocinar, la verdad. ¿Cuál es tu plato preferido? Espera, ¡déjame adivinarlo! La pasta, pero en especial la lasaña. ¿Es así?
—¡Sí! ¿Cómo lo has sabido? ¡Has acertado a la primera!
—Bueno, supongo que habrá sido pura intuición.
—¿Y la tuya cuál es?
—No te lo vas a creer, pero la lasaña también. ¡Me encanta la pasta!
—¡Vaya, qué casualidad!
—Desde luego que sí.
—¿Y qué haces ahora mismo, Javier? Porque ese es tu nombre, ¿no?
—Pues estoy en casa, trabajando en un ordenador de un cliente. Este es mi trabajo desde hace años, desde que terminó mi contrato en el hotel. En efecto, ese es mi nombre. ¿Y el tuyo? ¿Te llamas Luna?
—Es precioso, me encanta tu nombre, Javier. No, mi nombre es Julietta; como verás es de origen francés. Luna es mi seudónimo.
—Gracias, me alegra saber que te gusta. Tu nombre también es muy bonito, me gusta, es como el famoso personaje de William Shakespeare.
—Sí, exacto. Solo espero que mi vida no se convierta en una tragedia como la que ella tuvo que vivir. ¡Imagínate!
—Pues claro que no, qué cosas dices. La verdad es que es la historia de amor más romántica jamás contada.
—Desde luego que sí, es muy hermosa. La esencia es que el amor es capaz de derrotar hasta la propia muerte.
—Así es, es una obra maestra de la tragedia. Me encantó la película, aunque mis películas preferidas son las medievales. ¿Has visto alguna vez Braveheart, de Mel Gibson? Es excelente. ¡No podría decirte cuántas veces la he visto! También me apasiona la historia de las civilizaciones antiguas, sobre todo la de Egipto.
—No he visto esa película, Javier, pero si te gusta a ti será porque tiene algo muy especial. ¿Te gusta la historia de Egipto? A mí me fascinan los misterios que envuelven a este país de Oriente Próximo. Algún día me gustaría poder conocer todas las maravillas de esa mágica tierra.
—¡Sí! A mí también me gustaría ir a ver las pirámides algún día. ¡Eso sería espectacular! Una amiga de Bilbao me contó hace tiempo que fue a una expedición al desierto del Sahara. Dormían en tiendas de campaña y decía que una de esas noches fue muy especial porque tuvo el privilegio de poder contemplar la luna llena en toda su magnitud. Me contó que se veía grandísima y desprendía una poderosa luz que iluminaba toda la zona donde estaban acampados.
—Seguro que deben de ser preciosas las noches allí. No hay nada más hermoso que la luna, Javier.
—¡Qué me vas a contar de la luna! A mí personalmente me apasiona contemplarla porque me relaja y en cierto modo me hipnotiza. ¿Te cuento un secreto?
—¡Claro, me gusta que me cuentes tus secretos!
—Pues verás, en algunas de las relaciones que he tenido solían decirme que me quedaba embobado mirándola y que no la mirase tanto, incluso me daban con el codo para que dejase de hacerlo. Era como si sintieran celos de la luna o tuvieran algún tipo de superstición, y esto era algo que me incomodaba.
—¿En serio te decían eso? Eso es porque me buscabas a mí.
—Sí, es muy posible que te haya estado buscando todos estos años, quizás estuvieses escondida en su preciosa luz. ¿Quién sabe?
—Seguramente. Al menos mi mente eternamente está junto a ella. ¿Sabes cuál es mi película favorita, Javier?
—Imposible poder acertarla, sería como encontrar una aguja en un pajar. Pero si quieres puedo probar suerte… ¡Yo diría que Avatar!
—¡Madre mía, Javier! Bueno, podría decirte que esa es la segunda. Pero mi película favorita es Ghost, el fantasma del amor. La habré visto como una veintena de veces. Me encanta, sobre todo la escena final; es tan hermosa y romántica que me pone el vello de punta y me hace llorar.
—Cierto, Julietta, es preciosa. Yo pienso que a todos nos encantó esta película por su especial sensibilidad y por su mensaje de amor. ¿Quién no ha llorado con la escena final en la que Patrick Swayze, transformado en alma de energía, besa a Demi Moore y al final le dice: «No te imaginas cuánto amor me llevo»?
—Me parece que tienes un carácter parecido al mío; me refiero a que eres una persona muy sensible. Y por lo poco que sé de ti, intuyo que eres un hombre con un noble corazón. Lo digo por tu maravillosa forma de expresarte y de transmitir tus emociones y compartirlas.
—Muchas gracias, Julietta. Bueno, sensible y muy pasional sí que soy. No obstante cuando me enfado tengo un carácter muy temperamental, esa es la verdad. A veces suelo transmitir demasiado, por eso me llevo muchas desilusiones y desengaños en mi vida. Me gustaría ser de otra manera, porque así no sufriría tanto. Pero en fin, supongo que es algo que no puedo cambiar porque está en mi genética.
—Yo también soy bastante temperamental cuando pierdo los papeles, por eso constantemente eludo las discusiones, no me gusta discutir con nadie ni mucho menos que me griten. Por lo que, si se genera una de estas situaciones, hago lo que de forma habitual hacemos los nacidos bajo la influencia del signo de escorpión: desaparecer, porque sabemos el daño que podemos causar cuando nos descontrolamos.
—¿No me digas que eres escorpión?
—Sí, lo soy. ¿Tú también?
—Yo también. ¡Vaya! Esto se está convirtiendo en un vaivén de coincidencias, ¿no crees?
—¡Tanto que sí! Es increíble, nunca me había pasado esto con nadie.
—Cierto, Julietta. Bueno, a veces suele pasar, pero no tantas veces seguidas. ¿Qué día naciste?
—En un día muy triste para muchas personas, el uno de noviembre de mil novecientos ochenta y cinco. El día de todos los santos. ¿Y tú?
—No tiene nada de malo nacer en un día así. Verdaderamente es un poco triste, pero nada más. Casi coincidimos otra vez, yo nací el treinta de octubre de mil novecientos setenta y uno; es decir, que te llevo catorce años de diferencia.
—Me llevas muchos años. ¿Te preocupa la diferencia de edad, Javier?
—No, en absoluto.
—Es justo lo que yo pienso. Dicen que en el amor no hay edad, ¿verdad?
—Justamente, Julietta, el amor no entiende de edad, raza o religión.
—Estoy totalmente de acuerdo contigo. ¿Sabes? tengo tatuado un escorpión negro.
—¿Tienes un tatuaje de un escorpión? ¡Por Dios!
—Javier, ¿no me digas que tú también tienes uno?
—Así es, yo también tengo un tatuaje de un escorpión tribal de color negro. ¿No lo tendrás también en tu hombro derecho…? Porque ya sería el colmo.
—Bueno, casi. Lo tengo en la espalda, pero pegado a mi hombro derecho y también es negro. Mira, te mando una fotografía para que lo veas.
—¡Qué bonito, es muy similar al mío!
—¡Qué barbaridad, cuantas coincidencias estamos teniendo! ¿Verdad? Es algo emocionante.
—Sin lugar a dudas. Muy emocionante.
—¿Saldrás esta noche, Javier? Yo estaba deseando que llegara el viernes para descansar porque esta semana ha sido especialmente dura de trabajo, hemos estado incluso haciendo horas extra. Estoy agotada, necesito un descanso.
—No, Julietta, no saldré porque la crisis tiene machacada mi economía. Sinceramente, es muy duro estar así, viviendo día a día sin un futuro certero ni ilusión de encontrar trabajo. Y cada vez es peor, porque voy cumpliendo más años y mis posibilidades de encontrar empleo se reducen, por eso busco otras opciones como la de montar mi propio negocio algún día. Además, ahora soy más hogareño, tal vez sea porque hubo una etapa de mi vida en la que salía demasiado y casi no paraba en casa, vivía como una bala perdida probando siempre nuevas e intensas emociones. Y también está el hecho de vivir en casa de mis padres con cuarentaiún años, teniendo que depender de ellos para todo. Esta es una carga emocional demasiado pesada para alguien que lleva años deseando independizarse para poder vivir su vida con su pareja y formar una familia propia, pero al parecer este es un deseo imposible para mí.
—Claro que sí, eso es muy triste, pero ¿sabes que hay miles de personas que están viviendo la misma situación que tú? Mira, por ejemplo, mi hermano Manuel tiene casi tu misma edad y vive en casa de mis padres, y él está casado y tiene una niña. Se quedó sin trabajo y le embargaron la casa por no poder pagarla. Y no digas eso, no es un deseo imposible porque todo llega en el momento adecuado a tu vida, cuando menos te lo esperas. Me gusta que seas hogareño, yo también lo soy. Me encantan las tardes de lluvia y nieve para pasarlas junto a una chimenea viendo películas o preparando algún postre. Me gusta cocinar, sobre todo hacer tartas. Si probaras las de mi madre te chuparías los dedos. Hace una de tres chocolates que está deliciosa. Es una cocinera excelente.
—Ya imagino lo duro que debe de ser para tu hermano, y más aún teniendo una familia. Al fin y al cabo yo estoy solo.
—Javier, sé que todo llegará y tendrás tu oportunidad de formar tu propia familia, ese es el deseo de muchas personas, incluido el mío. ¡Todo cambiará y más pronto de lo que te imaginas!
—¿Sabes que para tener veintiocho años eres una mujer muy madura?
—Sí, eso dice la mayoría de mis amigos y mis familiares. Será porque la vida me hizo madurar demasiado deprisa.
—Volviendo a los dulces… ese es mi punto débil. Soy muy goloso, sobre todo con el chocolate. Me gusta la repostería, hago una tarta de queso con frambuesas buenísima. ¡Tendrías que probarla!
—¡Dios mío, no puede ser, si es que parece que me lees el pensamiento!
—¿Qué te pasa?
—Pues que la tarta de queso con frambuesas es mi delirio, siempre que voy a los restaurantes la pido de postre. ¡Qué ganas tengo de probar la que tú haces, seguro que está exquisita!
—¿En serio? Imagínatela tan dulce y cremosa. Una vez tuve que hacer casi doscientas porciones para una convención que llegó al hotel donde trabajaba. Me pasé la jornada laboral preparándolas en moldes individuales y decorándolas con frambuesas, caramelo y hojas de menta. Era el postre que más pedían los comensales.
—Se me está haciendo la boca agua. ¡Qué delicia!
—Bueno, quizás algún día pueda preparar una para ti.
— ¡Vaya! Mira qué hora es ya, ¡he de darme prisa para volver a mi trabajo, o me van a despedir. Se nos ha pasado el tiempo hablando sin parar.
—¡Madre mía, es cierto! Bueno, pues que te sea leve y que descanses cuando llegues a casa esta noche, y mañana si te apetece, puedes contarme por qué la vida te hizo madurar inesperadamente, ¿vale? Pero solo si te apetece y te sietes cómoda.
—Me siento muy cómoda hablando contigo, la prueba la tienes en que se me ha ido el santo al cielo. Esta noche no me conectaré porque legaré bastante tarde y estaré cansada. Mañana te contaré. Bueno Javier. Hasta mañana. ¡Besos!
—Chao Julietta. «Hasta mañana».

A la mañana siguiente, cuando me desperté, abrí los ojos mirando hacia el atrapasueños que tengo colgado encima de la cabecera de mi cama. Julietta se estaba convirtiendo en mi primer pensamiento, y este era un sentimiento que había permanecido dormido dentro de mí con el paso de los años y que me había obligado a retraerme en cuestiones de amor, escudándome con esa coraza con la que tratamos de proteger nuestro herido amor propio, dañado por personas del pasado o simplemente por un destino sin piedad, cruel o irónico.

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